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Bioplástico generado por bacterias

Dra. Elida Beatriz Hermida, researchgate.net
Micrografía de Alcaligenes Eutrophus con gránulos de PHA (polímeros biodegradables que pertenecen a la familia de los poliésteres de origen bacteriano)

Cuando se habla de bacterias, normalmente viene al pensamiento esa imagen de “bichitos” diminutos que causan ciertas enfermedades a los seres humanos, sin embargo, hay algunas que pueden resultar beneficiosas, como las bacterias oxidantes de hidrógeno, con las que ya se ha producido bioplástico en laboratorio.

Estas bacterias oxidantes de hidrógeno son un grupo heterogéneo de diferentes bacterias presentes en el suelo y el agua (alcaligenes eutrophus, pseudomonas facilis, nocardia opaca, -entre otras-) que oxidan el hidrógeno con oxígeno como -receptor- terminal de electrones en condiciones aeróbicas, para la producción de energía. Son facultativamente quimio-autótrofos, es decir, son capaces de utilizar sustratos orgánicos, así como de fijar autótrofamente el dióxido de carbono (CO2), de acuerdo con la información de la página spektrum.de.

A su vez, en la página legsa.com.mx se explica que los organismos autótrofos son seres vivos capaces de producir su propio alimento a partir de sustancias inorgánicas, gracias a la energía obtenida del sol o de reacciones químicas. Estos seres son esenciales para la vida en la Tierra, ya que son los principales productores de materia orgánica que se utilizan como alimento para otros seres vivos.

Dos investigadoras entrevistadas en el programa NANO, del canal 3SAT, que se transmite en Austria, Suiza y Alemania, explican el proceso que llevaron a cabo para producir bioplástico, y afirman que no ven el CO2 como un desagradable gas de efecto invernadero, sino como un recurso valioso.

Regina Kratzer, biotecnóloga de la Universidad Técnica de Graz, en Austria, explica que el CO2 es un elemento natural de la atmósfera, en forma de gas; está en circulación, pero es un producto final que tiene un nivel de energía bajo, es decir que, -para que sea posible producir algo de nuevo a partir- de este producto final, se necesita energía, mucha energía.

Esa energía se obtiene del hidrógeno verde, que se genera a partir de electricidad producida de manera sostenible, así está garantizado el abastecimiento de energía. De esta forma, se pretende obtener una nueva materia prima, el bioplástico.

Para lograr este objetivo, Vera Lambauer, biotecnóloga del Centro Austriaco de Investigación en Biotecnología Industrial, aclara que: “Trabajamos con bacterias, con las llamadas bacterias oxidantes de hidrógeno, que tienen una función muy especial, -pues- pueden absorber CO2, pueden consumir el CO2 para convertirlo en otros productos”. En nuestro caso, agrega, fabrican plástico degradable que se puede almacenar en sus células; las bacterias se vuelven muy gruesas y forman este bioplástico.

Las bacterias oxidantes de hidrógeno se introducen en unos reactores, donde son “alimentadas” con CO2, y donde también se les suministra el hidrógeno, la energía que requieren para el proceso de conversión del dióxido de carbono en bioplástico.

De ahí se obtiene una solución turbia y espesa que se centrifuga, después de lo cual se puede observar cuántas células están presentes, pues se ha producido un cultivo celular muy grueso. Esas células se secan y queda entonces un polvo o células más grandes, a cualquiera de los dos elementos se le añade un disolvente especial, se filtra y el resultado final es el bioplástico, explica Lambauer.

Este bioplástico sostenible se puede mezclar con caucho natural, con lo que se vuelve muy suave, como lo muestran experimentos con la impresora 3D, obteniendo pequeñas figuras totalmente maleables.

Para la industria es valioso que se puedan imprimir pequeñas piezas -muy detalladas- para saber qué tan bien se puede trabajar con -el bioplástico-, -todo- lo que se puede hacer con él.

Kratzer, a su vez, menciona que el CO2 que se utiliza -ahora- es de una botella de gas, “es decepcionante, pero nuestro plan es que utilicemos el CO2 de la industria, que genera grandes cantidades, por ejemplo, de la industria del cemento, la del acero, también, naturalmente, de la atmósfera; CO2 hay suficiente, la pregunta es ¿cómo llevarlo al biorreactor? Lo más sencillo sería ir directamente al punto de combustión en el horno, por ejemplo, de la industria del cemento construir un biorreactor ahí”.

Sin embargo, hasta ahora, -este proceso- no se ha podido -realizar a nivel industrial-, porque “todavía no estamos tan avanzados en la investigación y -no se tiene aún- un diseño realmente óptimo para presentarlo a la industria, concluye Kratzer.

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Hilda Bachmann

Licenciada en Comunicación por la UPAEP, maestra en Ciencias Políticas por la BUAP y maestra en traducción especializada alemán-español UIMP-España. Se ha desempeñado como reportera y editora de El Financiero Puebla. Es profesora de Español como lengua extranjera en Alemania.
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