El ser humano respira, come o bebe microplástico a diario, lo que resulta difícil de creer, sobre todo porque no es posible observarlo a simple vista. El agua es uno de los elementos más afectados por este material, y en la búsqueda por contrarrestar esta contaminación, se desarrolló un gel que pega las micropartículas de plástico entre sí, y el material resultante puede ser posteriormente reutilizado.
De acuerdo con el boletín de noticias de las Naciones Unidas, en su página news.un.org, la producción y el uso de microplásticos en el mundo ha aumentado exponencialmente desde la década de 1950 hasta alcanzar más de 320 millones de toneladas en 2015. Teniendo en cuenta que la demanda de productos plásticos sigue aumentando, se estima que su producción alcanzará los 1000 millones de toneladas para 2050.
Los microplásticos son pequeñas partículas y fibras de plástico, pero no existen estándares establecidos para determinar su tamaño máximo. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) los identifica como partículas inferiores a cinco milímetros.
Pero ¿de dónde proviene el microplástico? de productos de uso diario como granulado para mejorar la textura, por ejemplo, para maquillaje o pasto artificial, o se genera cuando plástico de gran tamaño se desintegra, o en los neumáticos al deshacerse, en la eliminación de la basura, en la producción de partes plásticas o al lavar prendas de ropa, A partir de ahí consigue entrar en el entorno, se encuentra en todas partes, incluso en la sangre.
Niños, mujeres y hombres pueden ser afectados de diversas formas por este material, con hiperactividad, bajo IQ, asma, pubertad precoz, obesidad, cáncer de mama, trastornos en el desarrollo del embrión, diabetes, enfermedades de la tiroides, esterilidad, cáncer de próstata y bajo nivel de espermatozides, de ahí la importancia de combatir su presencia en el agua.
En el reportaje de Jenny Zimmermann, “Da geht was, Deutschland! Wer arbeitet für eine saubere Zukunft? (¡Algo está pasando Alemania!, ¿Quién trabaja por un futuro limpio?), del programa plan b, del canal ZDF en Alemania, se explica cómo un sencillo invento puede combatir la contaminación que el microplástico genera en el agua.
Todo empieza con Katrin Schuhen, química y fundadora de Wasser 3.0 (Agua 3.0) quién decidió dejar la gran empresa química donde trabajaba, para volver a la investigación en la Universidad de Koblenz-Landau, en el Instituto de Ciencias Ambientales, Campus Landau, en Alemania, donde desarrolló un gel que encuentra el microplástico en el agua y hace que se pegue entre sí, facilitando su separación del vital líquido.
Y aunque podría pensarse que todo el mundo estaría interesado en acceder a este descubrimiento, Schuhen explicó que, pese a que hubo interés por parte de la industria para comprar la patente, probablemente “hubiera desaparecido en el cajón”, por lo que en el 2020 decidió crear su propia startup Wasser 3.0, que actualmente cuenta con 7 empleados y opera 4 plantas de limpieza móviles.
Para observar los niveles de contaminación con microplástico, la investigadora tomó tres muestras de agua a fin de comprobar si están libres de este material. La primera del río, que observada en el microscopio contiene pocas partículas, mientras que, en la segunda, de la planta de tratamiento se observan unos cientos más, pero en la tercera, de la industria, hay millones de partículas por litro.
Durante el reportaje se ve cómo opera una de las plantas móviles, colocada entre el río y la planta de tratamiento, sitio a donde llega el microplástico de las casas y las fábricas, -pues- una vez tratada, el agua se vierte al río, y finalmente llega al mar.
El microplástico no se produce en el mar, -ahí- no es donde se encuentra la mayor concentración de microplásticos, explica la investigadora, razón por la que se enfoca en la causa, es decir, en trabajar en coordinación con la industria y con las plantas de tratamiento.
Cabe señalar que, Wasser 3.0, de acuerdo con información de su página oficial wasserdreinull.de, desarrolla soluciones a medida, que se adaptan a la composición de las aguas residuales y a los requisitos (legales) para el vertido en el sistema de aguas residuales.
El agua que proviene de la industria se mezcla con un gel de sílice híbrido, en una máquina que la remueve, y ahí empiezan a formarse grumos de microplástico, -pues- las partículas se encuentran unas a otras y se van adhiriendo. Con este método se puede extraer del agua el 95 por ciento de este contaminante material.
Tan sólo con una planta se podrían eliminar 2.7 toneladas de microplástico al año. En todo el mundo hay fábricas y muchas desechan sus aguas en el medio ambiente, -así que- la solución con el gel podría cambiar las reglas del juego -en lo que se refiere a la contaminación del agua con este material-.
Sobre todo, en las fábricas tendría -más- sentido usarlo y así limpiar el agua directamente -en el sitio donde se genera la contaminación-, puntualiza la investigadora.
Lo inteligente del proceso es que el microplástico “rescatado” no es basura, aclara Schuhen, “-puede ser- un sustituto del cemento, se pueden construir calles, se pueden construir casas, así se cierra con nosotros el círculo” (Economía Circular).
El objetivo es que este conocimiento se aplique ampliamente, y por ello la empresa que fundó es una organización sin fines de lucro que se sostiene con subsidios y donaciones. Su principio rector es que “el agua es un derecho humano y no un activo -económico- “.
La Unión Europea ha reconocido el valor de este descubrimiento y por ello trabaja actualmente con la investigadora en dos proyectos internacionales.
“Se trata de dar el pistolazo de salida y generar una ola de entusiasmo -al respecto- para que en diferentes países se vea lo fácil que es y se transfiera e implemente la solución”, concluye Schuhen.
